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arrib.

viernes, 21 de enero de 2011

Las horas rojas

No nos perdonarán las horas rojas.
Los nombres sin memoria.
Las cruces ciegas
numerando las almas.
Las inútiles listas,
analizadas, repetidas,
entre unos y otros.
Siempre el abandono.
El mismo absurdo límite,
para el amor y lo posible.


Y ellos esperando.


Condenados a una sola dimensión de la vida.


__________



Heredarás dolores
gestos tristes
el hábito gastado
el camino difícil.
El viento siempre el viento
y nada por refugio.


Tendrás los pájaros
el símbolo de piedra
las semillas  de cielo
la memoria del vuelo.
_  Mírame  _
_ Ves esto vestido de mendigo? _
_ Es el amor _


Tarabaja ahora.
Con esas manos firmes
modela el fuego contenido.


Quema la zarza
funda tu propia fuente.


Despeja el sitio
y anida en meditada ceremonia
tus nuevos sueños.


Sobre las dispersas cenizas del olvido.


__________



Señor:
toma estas llaves
que sobran en mis manos.
Dirige.
Distribuye.
Decide.


Quiero dormir.

Y por sobre todas las cosas.


No oírte.

__________

 M.M.Vendramini.

2 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Merce, en estos casos, de este tipo de poemas, no se puede decir absolutamente nada. Lo único es la sensación de belleza que me han dejado, sos una poetisa ¡Increíble! Me inclino ante vos.

Un fuerte abrazo mi querida amiga.

Anónimo dijo...

Barajar estas cartas sobre la mesa, estas palabras que nos llegan… no dan lugar al azar.
No quedan gestos neutros que superen lo que abunda al encontrarse frente a ellas, uno no puede simplemente seguir… siquiera se anima a tratar una mano más.
Nos quedamos en silencio, contemplando la mesa dispuesta frente a nuestros ojos… y una vez más, es la casa la que gana en admiración.

Un placer querida Mercedes, un infinito placer leerte.

Mi cariño en total entrega a tu ser!

Besos.