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arrib.

domingo, 28 de marzo de 2010

Tres poemas

Quién llega a ocupar
los nidos abandonados.
Y trabaja


eternidades ajenas.


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Te llevaste el brillo de las hojas
las tazas verdes
el mantel de Irlanda
el corazón de miel
la curva nacarada de tu nuca.


Mi nombre entre los labios.


Nunca
volvimos a ser las mismas.


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Abre la puerta
es bueno que te vayas
que camines
con esa libertad que despierta envidia.


No te detengas ni para saludar con la mano.


Más allá de esta calle
la oscuridad no existe.


M.M.Vendramini.

lunes, 22 de marzo de 2010

Poemas de otoño

Hay tiempo en el trueno

cabe la huida
en sus fisuras.


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Te lanzaste al mar


y no llevabas la palabra regreso.


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Hay agua y sed


elige lo que te calme.


M.M. Vendramini.

viernes, 12 de marzo de 2010

Las ciudades invisibles - Italo Calvino

Marco entra en una ciudad; ve a alguien vivir en una plaza una vida un instante
que podían ser suyos; en el lugar de aquel hombre ahora hubiera podido estar 
él si se hubiese detenido en el tiempo tanto tiempo antes, o bien si tanto tiempo
antes en una encrucijada en vez de tomar por una calle hubiese tomado por la
opuesta y después de una larga vuelta hubiese ido a encontrarse en el lugar de 
aquella plaza. En adelante, de aquel pasado suyo verdadero e hipotético está
excluido; no puede detenerse; debe continuar hasta otra ciudad donde lo
espera otro pasado suyo, o algo que quizá había sido un posible futuro y
ahora es el presente de algún otro. Los futuros no realizados  son sólo 
ramas secas. - ¿Viajas para revivir tu pasado?- era en es momento la pregunta del Kan, que
podía también formularse así: ¿Viajas para encontrar tu futuro?
Y  la respuesta de Marco: - El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce
lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.

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Marco Polo describe un puente, piedra por piedra.
- ¿Pero cuál es la piedra que sostiene el puente? - Pregunta Kublai Kan.
- El puente no está sostenido por esta o aquella piedra - responde Marco, sino por 
la línea del arco que ellas forman.
Kublai permanece silencioso, reflexionando. Después añade:
-¿Por qué me hablas de las piedras? Es ólo el arco lo que me importa.
- Polo responde: -Sin piedras no hay arco

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 El gran Kan estaba ya en sus mapas de las ciudades que amenazan en las 
pesadillas y en las maldiciones ... 
Dice: -todo es inútil, si el último fondeadero no puede ser sino la ciudad infernal,
y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorprende
la corriente.
Y Polo: El infierno de los vivos no es algo que será; es aquel que existe ya aquí, 
el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. 
Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera esfácil para muchos: aceptar
el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más.
La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos; buscar y saber
reconocer quién o qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y 
darle espacio.-


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Las ciudades invisibles,
Italo Calvino, Minotauro, 1995.-

miércoles, 10 de marzo de 2010

Solo de cañón.

Hay que partir,
levantemos estos pesados andamios
de la vida.


No llevaremos nada.
Ni el tortuoso recuerdo de los muertos,
ni el agotado reclamo de los vivos.


La tiera es una llaga.


Nada ahora.
Sólo este débil gemido de los sueños
y el desdentado clamor de la batalla.


Él sí nos seguirá, desnudo,
lobo desesperado,
engendro de los días que
devoraron sus propias alboradas.


Hay que partir.
Secos los ojos.
Liviana nuestra espalda.


El último árbol estalla sobre el bosque.
Un risueñor danza en el aire 
sobre su canto muerto.


Óyeme por favor.
No vuelvas la mirada.

No será el día aún

No será el día aún.
Suena a metal la brusca claridad de la mañana.


Es sonido de guerra, no de calma.


La pesadilla permanece
sobre la piel,
sin esfuerzo alguno.


Hay que dudar,
frenar la loca carrera del corazón
a quien ya el miedo ha hecho víctima.


Demora la mano que quiere abrir la puerta al sol.
Los pasos saben.


Detrás del atontado perfume del jazmín,
la trampa entrecruza espadas
de escarcha y desesperanza.


M.M. Vendramini.

martes, 9 de marzo de 2010

Poemas de Fernando Pessoa ( Alberto Caeiro).-

Desde la ventana más alta de mi casa
digo adiós, con un pañuelo blanco,
a mis versos que parten hacia la humanidad.


Y no estoy alegre ni triste.
Éste es el destino de mis versos.
Los escribí y debo mostrarlos a todos
porque no puedo hacer lo contrario,
como la flor no puede ocultar su color,
ni el río ocultar que corre,
ni el árbol ocultar que da fruto.


Allá van ellos, lejos ya, como la diligencia, y yo sin quererlo siento pena
como un dolor en el cuerpo.


¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán?


Como a una flor, el destino me arrancó para los ojos.
Como a un árbol, me arrancaron los frutos por las bocas.
Como un río, el destino de mis aguas era ir más allá de mí.
Me someto y me siento casi alegre,
casi alegre como quien se cansa de estar triste.


¡Váyanse versos, váyanse!
Pasa el árbol y la Naturaleza lo dispersa.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra al mar y su agua sigue siendo siempre la
                                                                       que fue suya.


Paso y quedo, como el Universo.


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A veces, en días de luz perfecta y exacta,
en que la cosas tienen toda la realidad que pueden tener,
me pregunto a mí mismo sin apuro
por qué sigo atribuyendo
belleza a las cosas.


Una flor, ¿tiene acaso belleza?
¿Acaso tiene belleza un fruto?
No: tienen color y forma
y existencia, nada más.
Belleza es el nombre de algo que no existe.
Que yo doy a las cosas a cambio del agrado que me producen.
No significa nada.
¿Entonces por qué digo de las cosas que son bellas?
Sí, incluso hasta mí,que vivo sólo porque vivo,
llegan invisibles las mentiras de los hombres
ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.


¡Qué difícil es ser uno mismo y no ver sino lo visible!


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Si ustedes quieren que yo tenga un misticismo, está bien, 
                                                                         lo tengo.
Soy místico, pero sólo el cuerpo.
Mi alma es simple y no piensa.




Mi misticismo consiste en no querer saber.
En vivir y no pensar en eso.


No sé qué es la Naturaleza: la canto.
Vivo en la cima de un monte.
En su casa encalada y sola,
y ésa es mi definición.
__________

Fernando Pessoa
Ficciones del interludio, Emecé, Buenos Aires. 2004.
Traducción de Santiago Kovadloff.-
Ficciones de interludio es una antología poética personal, preparada
por el propio Fernando Pessoa. Reúne lo que él concibió como lo
mejor de los tres heterónimos (Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro) y del propio Pessoa.-

domingo, 7 de marzo de 2010

Poemas de Roberto Juarroz

                   73

Hay tardes tan limpias que no tienen ecos,
que no buscan ni noches ni mañanas,
que simplemente no padecen
la enfermedad de la espera.


Pero hay también tardes opacas,
tardes de trapo compungido,
que no aguardan tampoco
ni la más mínima abertura.


Y es allí donde aprendemos
la lección inaudible:
estar donde se está,
ser lo posible,
pero serlo con el peso
con que un sonido es un sonido
o con que un muerto es un muerto.


A menos que tampoco exista lo posible
y al ras de cada cosa
se agazape otra espera,
más concreta que la tarde,
más verdadera que nosotros,
más real que esta corteza que es el mundo.
En el fondo de todo sueño hay otro sueño
más sueño que el primero
y de sentido inverso.
Quizá la realidad es un contrasentido
y en su fondo reside,
como una contraespera
la difícil salud
de la esperanza.


              74


Pienso dentro de un sueño,
amo dentro de un sueño,
¿Pero qué ocurriría
si llegase a morir dentro del sueño?


En todos los terrenos hay deslizamientos,
pero es difícil que una torre se sostenga
cuando ya no existen diferencias
entre la altura y un pozo.


En todos los ríos hay regresos,
pero es difícil que una mirada se sostenga
cuando ya no existen diferencias
entre la altura y un pozo.


               76


Es más difícil despertar del sueño de los ojos abiertos
que del sueño de los ojos cerrados,
despertar sin volver a cerrar los ojos
ante la amenaza o la nitidez excesiva del paisaje,
despertar sin volver a caer en otro sueño.


El mal está en los ojos, no en las cosas,.
El hombre es una fúnebre mirada
que cae de sueño en sueño
porque no sabe cuándo debe
cerrar o abrir los ojos.
Por eso, equivocadamente,
los abre cuando nace
y los cierra cuando muere.

SEXTA POESÍA VERTICAL
               1975

ROBERTO JUARROZ, POESÍA VERTICAL  1952/1982, EMECÉ.-

viernes, 5 de marzo de 2010

Tan breve en el tiempo de nuestra vida

Se quemó sin arder,
con un resplandor apenas tibio
que iluminó todo:
el alma 
         la carne
                   la tarde
todo, para siempre.


Fue tan breve, tan fugaz
en el tiempo de nuestra vida,
que casi no nos dimos cuenta.


Ahora sólo me queda esa mirada fija,
extraña y oscura.
Que nunca supe si preguntaba,
decía.
O simplemente se desesperaba.

M.M.Vendramini

miércoles, 3 de marzo de 2010

Retrato

Tus manos,
quietas, eternizadas
junto a unas flores
y al vuelo de la luz
de aquella tarde.


Las mías,
deslizándose sobre tu frente
y la piedad de tus labios,
en el silencio del adiós.


Era la hora irreversible.
Ya no podíamos hablar
ni transformar nada.


Sólo aceptar,
las razones de la tristeza.

M.M. Vendramini