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arrib.

sábado, 17 de abril de 2010

Más HERTA MÜLLER (por pedido)

                                                        La sopa de hiebas
(fragmentos)
La mujer de Windisch estuvo cinco años en Rusia. Dormía en una barraca con camas de hierro en cuyos bordes chasqueaban los piojos. La habían pelado al rape.Tenía la cara gris. Y el cuero cabelludo rojo y carcomido.
Sobre las montañas se alzaba otra cadena montañosa de nubes y nieve a la deriva. Sobre el camión ardía
ardía el hielo. No todos se apeaban a la entrada de la mina. Cada mañana había hombres y mujers que se quedaban sentados en los bancos. Con los ojos abiertos. Dejaban pasar a todos los demás. Se habían congelado. Estaban sentados en el más allá.
La mina era negra. La pala fría. El carbón, pesado.
Cuando la nieve se fundió por primera vez, una hierba fina y puntiaguda empezó a brotar entre las rocallas y las hondonadas. Katharina habia vendido su abrigo de invierno por diez rebanadas de pan. Su estómago era un erizo. Katharina recogía un manojo de hierbas cada día. La sopa de hierbas calentaba y era buena. El erizo ocultaba sus púas durante unas horas.
 Luego llegó la segunda nevada.Katharina tenía una manta de lana. Era su abrigo durante el día. El erizo pinchaba.
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Cuando la nieve se fundió por egunda vez la sopa de hierbas empezó a brotar bajo los zapatos. Katharina vendió su manta de lana por diez rebanadas de pan. El erizo ocultó sus púas durante unas horas.
Luego llegó la tercera nevada. La zamarra de piel de oveja era el abrigo de Katharina.
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Cuando la nieve se fundió por por tercera vez, Ktharina vendió su zamarra de piel de oveja por un bol de azúcar. Katharina comió pan húmedo y espolvoreado con azúcar. El erizo volvió a ocultar sus púas durante unos días.
Luego llegó la cuarta nevada. Las medias de lana gris eran el abrigo de Katharina.
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Cuando la nieve se fundió por cuarta vez, Katharina vendió sus medias de lana gris por una escudilla de maíz. Lpapilla era caliente. Y se hinchaba. El erizo ocultó sus púas durante unos días.
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Cuando la nieve se fundió por quinta vez, florecieron panojas de amarillas entre la hierba.
En la sopa la sopa flotaba un polvo amarillento y dulce.
Una tarde entraron en el patio del campamento unos coches verdes. Aplastaron la hierba. Katharina estaba sentada en una piedra. Vio las huellas fangosas de los neumáticos. Vio a los guardianes desconocidos.
Las mujeres subieron a los coches verdes. Las huellas fangosas no conducían a la mina. Los coches verdes se detuvieron frente a la estación.
Katharina subió al tren. Estaba llorando de alegría. Aún tenía un resto de sopa de hierbas pegado a las manos cuando le dijeron que el tren la llevaría de vuelta a casa.
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Herta MÜLLER - "El hombre es un gran faisán en el mundo", Punto de lectura - Buenos Aires 2010.

M.M. Vendramini.

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