Se quemó sin arder,
con un resplandor apenas tibio
que iluminó todo:
el alma
la carne
la tarde
todo, para siempre.
Fue tan breve, tan fugaz
en el tiempo de nuestra vida,
que casi no nos dimos cuenta.
Ahora sólo me queda esa mirada fija,
extraña y oscura.
Que nunca supe si preguntaba,
decía.
O simplemente se desesperaba.
M.M.Vendramini
1 comentario:
Bello, muy bello poema Mercedes.
Un placer pasar por tu casa, aprendo.
Saludos cordiales,
Hasta pronto amiga.
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