Tus manos,
quietas, eternizadas
junto a unas flores
y al vuelo de la luz
de aquella tarde.
Las mías,
deslizándose sobre tu frente
y la piedad de tus labios,
en el silencio del adiós.
Era la hora irreversible.
Ya no podíamos hablar
ni transformar nada.
Sólo aceptar,
las razones de la tristeza.
M.M. Vendramini
2 comentarios:
Bella forma de expresar una despedida. ¡Cuanto dolor! dicho en forma completamente real.
Saludos cordiales,
Hasta pronto. Placer leerte.
Conmovedores versos!!! han llagado huellas húmedas sobre mis recuerdos...
Cuan sentido ha sido leerte hoy, algo de todos en tus letras... bellas bellísimas!
un beso.
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